sábado, 23 de mayo de 2009


La Guerra de las Malvinas


La Guerra de las Malvinas o Guerra del Atlántico Sur (en inglés, Falklands War ) fue un conflicto armado entre la República Argentina y el Reino Unido que tuvo lugar en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur. La guerra se desarrolló entre el 2 de abril, día de la invasión de las islas por parte de las Fuerzas Armadas de Argentina, y el 14 de junio de 1982, fecha de su rendición, lo que conllevó la reocupación de los tres archipiélagos por parte del Reino Unido.
La causa inmediata fue la lucha por la soberanía sobre estos archipiélagos australes, tomados por la fuerza en 1833 y dominados desde entonces por el Reino Unido, algo nunca aceptado por Argentina que los sigue reclamando como parte integral e indivisible de su territorio; de hecho, considera que se encuentran ocupados ilegalmente por una potencia invasora y los incluye como parte de su Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
El coste final de la guerra en vidas humanas fue de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños.
Políticamente, en la Argentina, la derrota en el conflicto precipitó la caída de la junta militar que gobernaba el país; en el Reino Unido, por su parte, la victoria en el enfrentamiento ayudó a que el gobierno conservador de Margaret Thatcher lograra la reelección en las elecciones del año 1983.

Económicamente, en otro tiempo, en las islas existían importantes puestos balleneros, pero la gradual desaparición de numerosas especies de ballenas en los mares australes y los profundos cambios en el negocio aceitero hicieron que la relevancia económica de la actividad se redujera dramáticamente. No obstante, numerosas investigaciones confirman yacimientos de crudo en la plataforma continental en la que se encuentran las Malvinas. La plataforma es, además, una rica pesquería.
Políticamente, el interés de la Argentina por el archipiélago obedece a su visión del mismo como territorio irredento.
Estratégicamente,
la posesión de territorios adyacentes a la Antártida puede otorgar derechos sobre este continente en futuras negociaciones relacionadas con el mismo;
el control de este archipiélago entrega una posición estratégica a su ocupante sobre el cruce austral y su tráfico marítimo.
No obstante, en la década previa al estallido de la guerra, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico consideraba más bien las Malvinas como un problema a la hora de estabilizar sus relaciones con América Latina. Pero, aunque propuso una devolución en arriendo (una soberanía de la Argentina durante un tiempo prolongado con la expectativa de una devolución al final del mismo), los ciudadanos de las Malvinas (los kelpers) se negaron a aceptar la propuesta.
A comienzos de los años 1980, el modelo económico de la Junta militar dio claras muestras de agotamiento, lo que provocó numerosas tensiones sociales: 90% de inflación anual, recesión profunda, interrupción de buena parte de la actividad económica, generalización del IVA, empobrecimiento de las clases medias, brusco aumento del endeudamiento externo de las empresas y del Estado, salario real cada vez más depreciado, aumento de la pobreza, etc.
La sustitución del jefe de la primera Junta Jorge Rafael Videla por el general Roberto Viola y, luego, de este por el general Leopoldo Galtieri, fue una consecuencia de esa crisis. La consiguiente decisión de intentar recuperar las Malvinas fue tomada, entre otras varias razones, tanto por el efecto que podría conseguirse a la hora de desviar la atención social de esos problemas, como por las posibilidades de recuperar el crédito perdido entre determinados sectores sociales sensibles a una acción de interés patriótico como esa.

La decisión se basó en los siguientes presupuestos políticos y militares:
Naciones Unidas se había adherido firmemente a la doctrina de la guerra justa mediante la aprobación, por grandes mayorías, de las resoluciones 2131 (1965), 2326 (1967), 2908 (1972), 3281 (1974) y 3314 (1974), que reconocían explícitamente la legitimidad de las guerras de liberación, de autodeterminación, contrarias a la opresión racial, etc. Amparada en este antecedente legal, la mención a una hipotética recuperación de las islas por la vía armada había estado presente en el discurso diplomático bilateral desde 1972.
Entre 1981 y 1982, varias acciones del gobierno británico fueron interpretadas por la junta militar argentina como señales de desinterés por el archipiélago, sus habitantes y su futuro; entre otras:
debido a recortes presupuestarios, el ministerio de defensa británico decidió prescindir de sus dos portaaviones (HMS Hermes y HMS Invincible), sus dos buques de desembarco de tropas (HMS Fearless y HMS Intrepid) y del patrullero antártico HMS Endurance, llamado por los británicos «el guardián de las Islas Falkland». Varios periódicos argentinos llegaron a afirmar que el Reino Unido abandonaba la protección de las Islas Malvinas. En el mismo sentido, los representantes malvinenses en Londres expresaron su profunda preocupación por el inminente desarme.
la nueva ley de nacionalidad aprobada por el parlamento británico relegaba a la mayoría de los nativos malvinenses a una segunda categoría y les negaba la ciudadanía completa.
La guarnición británica en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur era reducida, y la lejanía a la metrópoli impedía la llegada de refuerzos a tiempo.
La capacidad de guerra anfibia del Reino Unido a medio mundo de distancia no parecía estar a la altura de las circunstancias, pese a su gran poderío aeronaval.
No parecía probable que el Reino Unido realizara un contraataque a gran escala, afectando al territorio continental argentino —por ejemplo, usando sus submarinos nucleares— por una cuestión colonial sobre unas islas remotas.
Basándose, en líneas generales, en lo anterior, el gobierno argentino diseñó un plan para la recuperación militar de los tres archipiélagos en disputa llamado Operación Rosario, alterando el statu quo por la vía de los hechos. La operación fue creada a finales de 1981 y principios de 1982 por el Almirante Jorge Isaac Anaya, miembro de la Junta presidida por Galtieri.

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