sábado, 20 de junio de 2009

Periodista rusa asesinada preparaba reportaje sobre torturas en Chechenia
La reportera rusa Anna Politkóvskaya, asesinada en su apartamento de Moscú, preparaba un reportaje sobre torturas y secuestros en Chechenia, según han declarado sus compañeros.
La víctima, que había informado de los abusos del Ejército ruso en la república caucásica en el bisemanario Novaya Gazeta, fue hallada muerta en el ascensor del edificio de apartamentos donde residía y presentaba dos heridas de bala, una de ellas en la cabeza. El crimen añade a Politkóvskaya a la lista de más de 300 periodistas muertos o desaparecidos en Rusia desde 1991.
Su último reportaje incluía fotografías de cuerpos torturados y declaraciones de testigos, y estaba previsto que se publicase al día siguiente.
"No sabemos quién la mató", asegura la publicación en su edición digital, en la que apunta dos posibilidades: "O bien ha sido la venganza de Ramzán Kadírov --primer ministro checheno--, sobre quien Politkóvskaya escribía a menudo, o bien de los que quieren que las sospechas caigan sobre él".
Numerosas voces de todo el mundo han expresado su indignación y han condenado el asesinato. Entre ellas destacan Estados Unidos, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y muchas asociaciones de periodistas y entidades de defensa de los derechos humanos.
Las palabras tienen dueño y precio. La periodista rusa Anna Politkóvskaya, una incansable adversaria del Kremlin conocida por su crítica cobertura de la guerra de Chechenia, fue asesinada a tiros en el ascensor de su casa en el centro de Moscú.
La policía rusa informó de que el cuerpo sin vida de Politkóvskaya, con impactos de bala, fue encontrado por una vecina a las 17.10 horas. Los disparos del asesino, que la esperaba en la entrada del edificio donde la periodista tenía alquilaba un piso, alcanzaron a Politkóvskaya cuando se disponía a salir del ascensor. La periodista se dirigía a su coche para coger unas bolsas con compras que acababa de hacer en un supermercado cercano. Ya había subido una parte y se disponía a recoger el resto.
Una cámara instalada en el portal de la casa captó unas imágenes borrosas del presunto asesino, "un hombre joven y alto vestido de negro". "Le seguían la pista desde que salió de compras. Sabían que iba a bajar otra vez. No hay duda de que se trata de un asesinato premeditado", dijo una fuente policial.
Dmitri Muratov, el director del diario independiente Novaia Gazeta, dijo a la televisión rusa que Politkóvskaya "fue asesinada porque no tenía miedo a nadie, no aceptaba dádivas". El expresidente de la antigua URSS Mijail Gorbachov uno de los accionistas de Novaia Gazeta, dijo que el rotativo llevará a cabo una investigación propia del asesinato. "Este es un asesinato salvaje contra una periodista valiente y profesional", afirmó.
La principal versión de la muerte de Politkóvskaya es que se trata una venganza por su labor profesional. "Este crimen pudo haber sido relacionado con las actividades cívicas de Politkóvskaya", dijo el vicefiscal de Moscú, Viacheslav Rosinski.
Politkóvskaya era la única periodista rusa que seguía informando sobre Chechenia y escribía en Novaia Gazeta largos artículos en los que describía como un "campo de concentración" la situación en la república caucásica bajo el régimen del primer ministro prorruso, Ramzan Kadirov. También denunciaba la política de sangre y fuego llevada por el Kremlin en el Cáucaso.
La mayoría de políticos rusos --oficialistas, nacionalistas y liberales--, coincidieron al señalar que el asesinato fue político. "Politkóvskaya era una mujer incómoda para muchos, puesto que escribía y decía aquello que no le gustaba al poder", declaró Luibov Sliska, vicepresidenta de la Duma.
Era atractiva y delicada, aunque era difícil suponerlo a través de sus reportajes de metal en los que condenaba al régimen de Vladimir Putin y a sus colaboracionistas en Chechenia. Y lo cierto es que presumía que la iban a matar. "Sí que tengo miedo. ¿Cómo no voy a tener miedo después de todo?", confesaba Anna Politkóvskaya a este corresponsal en febrero del 2005, tras una entrevista después de recibir el Premio Vázquez Montalbán de Periodismo Internacional.
Tenía la ilusión de que el renombre internacional iba ser su escudo, su seguro de vida en Rusia, donde cada vez sentía más odio a su persona. Pero no ha sido así. En varias ocasiones ya había estado entre la vida y muerte en circunstancias extrañas. En el 2004, se dirigía a Beslán para interceder por los niños secuestrados en la escuela. Cuando llegó al aeropuerto de Moscú, todos los vuelos hacia el sur estaban cancelados.
Ya se iba cuando se acercó a ella un empleado del aeropuerto que le ofreció viajar en un chárter. En el avión iban agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB). Le sirvieron un te y a los cinco minutos perdió el conocimiento. Volvió en sí en un hospital. La investigación de este caso por la fiscalía rusa no ha dado resultados.
En el 2001, los militares rusos que la detuvieron insinuaron lo que podrían hacer a sus hijos, y la sometieron a un falso fusilamiento por denunciar las torturas a los chechenos en los campos rusos.
Hija de un diplomático ruso en EEUU, Politkóvskaya nació en Nueva York en 1959. A pesar de su imagen pública de una periodista guerrera, la Politkovskaya íntima era una mujer encantadora con una sonrisa que desarmaba a su interlocutor.
Su vida estaba llena de encuentros y viajes, pero confiaba que "daría un ojo de la cara" por poder descansar en la cama de su casa. "No tengo ganas de viajar. Me siento cansada de tantos viajes y quiero estar en casa para dedicar más tiempo a mi familia", aseguraba. Pero su pasión por la labor periodística pesaba más. "A veces me apasiono demasiado por lo que escribo", confesaba .
En el 2002, cuando decidió a conversar con los terroristas chechenos que tomaron cientos de rehenes en el Teatro Dubrovka de Moscú, su hijo telefoneó para decirle: "¡No lo harás! ¡No lo soportaremos!". Reconocía más tarde: "Mi hijo se ha cansado de pasar nervios por mí".

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